Disfruta de un control total de tus juegos en Windows y Nintendo Switch con el mando para juegos inalámbrico Trust GXT 1230 Muta. Gracias a los controles de movimiento, la respuesta de vibración y la larga duración de la batería, este mando te permitirá jugar durante horas.
Control preciso
Conecta fácilmente el mando al PC/portátil con el microrreceptor USB incluido, o utiliza Bluetooth para conectarte con la Nintendo Switch. Los controles de movimiento integrados captan los movimientos con el mando para juegos mientras juegas en la Switch, lo que permite aprovechar al máximo la libertad inalámbrica. También incluye respuesta de vibración para adentrarte más en el juego.
No pares para recargar
Con hasta 10 horas de juego, podrás utilizar el mando para participar en sesiones de gaming maratonianas. ¿Todavía quieres más? La batería recargable permite cargar el mando mientras juegas. Basta con conectar el cable USB-C incluido.
Juega como quieres jugar
Además de los 15 botones de respuesta, incluido un botón de grabación para hacer capturas de pantalla y grabaciones, el mando para juegos cuenta con 2 joysticks analógicos y un panel digital de 8 vías, que puedes personalizar para adaptarlo a tus gustos. ¡Descubre qué estilo te permitirá conseguir las puntuaciones más altas!
Producto # | 154200 |
---|---|
Disponibilidad | Se encuentra aun con producto |
Fabricante | FANTECH |
Informacion de Seguridad | Consulta el manual del producto para todas las instrucciones de seguridad, garantía y cuidado |
Numero de modelo producto | RASD235451S |
---|---|
Indicaciones | Control para las manos |
Direccion | Cra 12a #98 - 35 |
Material | Nailon |
One morning, when Gregor Samsa woke from troubled dreams, he found himself transformed in his bed into a horrible vermin. He lay on his armour-like back, and if he lifted his head a little he could see his brown belly, slightly domed and divided by arches into stiff sections
The bedding was hardly able to cover it and seemed ready to slide off any moment. His many legs, pitifully thin compared with the size of the rest of him, waved about helplessly as he looked. "What's happened to me?" he thought. It wasn't a dream.
His room, a proper human room although a little too small, lay peacefully between its four familiar walls. A collection of textile samples lay spread out on the table.
Samsa was a travelling salesman - and above it there hung a picture that he had recently cut out of an illustrated magazine and housed in a nice, gilded frame.